Médicos de bolsillo

9 febrero, 2014 | Por | Categoría: Redes
La telemedicina permite la atención sanitaria a distancia. Sin embargo, hay opiniones enfrentadas en cuanto a su aplicación porque el diagnóstico y las relaciones personales son mucho más difíciles.
La consulta de un especialista a otro a través de la telemedicina dificulta la atribución de responsabilidades. Foto CC BY jjmontero9

Una visita al médico puede convertirse en una pesadilla. Al entrar nos recibe ese olor tan característico de los centros médicos, una mezcla entre desinfectante y enfermedad, que trae recuerdos de otras visitas y en ocasiones hace sentir peor. Una vez atravesada la entrada, hay que dirigirse al mostrador para que te clasifiquen según la gravedad y te dirijan a una sala de espera, en la que sabes cuando entras, pero no cuando sales. Dentro, el ambiente todavía está más cargado, te ves rodeado de otras personas con mil dolores o enfermedades diferentes, y tu cuerpo, más débil, se convierte en el lugar idóneo para todos los virus que hay alrededor. El peligro aumenta si tienes que esperar durante horas.

Estos problemas podrían solucionarse si la visita se realizara a través de un móvil o de un ordenador. Este sistema se llama telemedicina o gestión remota de pacientes (GRP), y “permite a los enfermos controlar su estado de salud desde casa, enviar los resultados y consultarlos con los médicos”, tal y como afirma Arantxa Nieto, médica del Hospital General de Albacete.

La GRP actual funciona de la siguiente manera: “hay un sistema informático que almacena la historia clínica, los resultados de pruebas diagnósticas y las visitas a especialistas de cada paciente, al que pueden acceder todos los profesionales interesados. También se realizan campañas de educación para la salud a través de Internet, se ofrecen plataformas informáticas para pedir cita o se usa la receta electrónica”, tal y como nos explica la doctora. Los objetivos son claros: mejorar la sanidad, conocer más cada caso, ser más rápidos en las consultas y ahorrar dinero.

La intención es buena y parece que tiene éxito en un alto porcentaje de personas, pero no en todas. El informe “Gestión Remota de Pacientes”, elaborado por la escuela de negocios IESE y Telefónica, analiza las percepciones de enfermos y profesionales en España y demuestra que el 70% de 1.800 enfermos crónicos estarían dispuestos a utilizarla si estuviera a su alcance.

Sin embargo, por ahora solo pueden hacerlo un 7%. Se trata de un proyecto ambicioso, pero que sigue evolucionando. Nieto afirma que esta técnica “se pretende llevar a los rincones más alejados del planeta, realizar videoconferencias en operaciones, tanto para enseñar como para ayudar, y desarrollar una red de contactos. De modo que no será necesario que el médico esté presente”.

Dificultad de diagnóstico

La telepresencia no convence a un 80% del personal sanitario que intervino en el estudio elaborado por el IESE y Telefónica. “Hay menos exactitud en el diagnóstico de un enfermo. Por dos razones: porque no se puede hacer un reconocimiento médico general, y porque el paciente puede exagerar al describir su dolor”, afirma Gemma Hernández, enfermera y técnico en emergencias sanitarias de Cruz Roja.

En el caso de que el paciente no describa bien su enfermedad o no se vean bien las pruebas que envía, el diagnóstico sería erróneo y el médico podría recetarle algo que no le conviene. Lo mismo sucede cuando un especialista consulta a otro a través del ordenador, si se equivoca en el diagnóstico ¿de quién es la culpa?

La teleasistencia, que permite ayudar a personas a través de la línea telefónica y de un equipo informático, es el antecesor de la telemedicina y también plantea este problema porque el primer contacto es por teléfono. Hernández se enfrenta cada día en su trabajo a ayudar a personas de la tercera edad que no se expresan con claridad. Cuenta que en muchas ocasiones llaman porque necesitan compañía y exageran su dolor. Este servicio les permite contactar con Cruz Roja las 24 horas del día a través de una unidad remota de alarma en forma de medallón.

La principal diferencia con la telemedicina es que Cruz Roja atiende a sus usuarios en persona después de hacerlo por teléfono. Por lo tanto, no es necesario tener un gran conocimiento sobre tecnología, algo que sí sucede en la gestión remota de pacientes y puede suponer un gran problema. Según un estudio de Cruz Roja, un 95,5% de las personas mayores afirman que saben qué es Internet, aunque solo lo utilizan un 5,4%. El dato es muy relevante si se tiene en cuenta que ellos son uno de los sectores de la población que más necesitarían el servicio.

El miedo de los pacientes

Este avance no preocupa solo a los especialistas. Rosario Sánchez tiene 65 años y le detectaron diabetes hace más de 20. Ella controla su nivel de azúcar en sangre unas 5 veces al día y se administra la insulina necesaria. Vive en Santa Ana, un pueblo que está a 17 Kilómetros de Albacete, distancia que tiene que recorrer para consultar a su especialista cada vez que lo necesita. El principal problema es que no tiene carnet de conducir y depende de alguien para poder ir. Esto se solucionaría si utilizara el servicio de telemedicina desde su casa. Sin embargo, se muestra reticente a hacerlo: “uso el teléfono solo para llamar y recibir llamadas, ni siquiera sé mandar un mensaje. Mucho menos sabría ponerme en contacto con un médico a través de un ordenador o desde mi móvil”.

La unidad de alarma remota de Cruz Roja permite a su personal llegar lo antes posible cuando los necesitan. Foto CC BY Gonmi.

Lo mismo le sucede a Celedonia, de 85 años, usuaria del servicio de teleasistencia de Cruz Roja desde hace más de 10 años. Es una persona que camina con dificultad y a la que ir al médico le supone un gran esfuerzo. “Soy capaz de utilizarlo porque lo único que tengo que hacer es pulsar un botón y ellos vienen lo antes posible, pero no sería capaz de explicarles todo lo que me pasa por un aparato, y mucho menos por un ordenador que apenas puedo ver”.

Para ellos, el mayor inconveniente es su falta de conocimientos tecnológicos y su edad, que conlleva limitaciones físicas. Pero no son las únicas que tendrían problemas porque “hay muchos profesionales que se niegan a usar las nuevas tecnologías. Muchas veces no son capaces ni de pasar los datos al ordenador porque no saben o no quieren hacerlo”, tal y como afirma Ana Pardo, médica del Hospital General de Albacete..

Con vistas al futuro

Los operadores de telefonía móvil y sus proveedores son un elemento decisivo en el desarrollo de esta tecnología. Por eso aprovechan la situación para obtener beneficios. Telefónica ha desarrollado un servicio e-health, que permitirá la monitorización de enfermos crónicos. “El glucómetro estará conectado por bluetooth al móvil y enviará la información al paciente y al médico, para que actúe en caso de que sea necesario”, destaca Gabriel Charles, director de Nuevos Servicios Digitales e Innovación de Telefónica.

La compañía también lanzó con Cisco la solución Health Presence, que permite hablar con los especialistas a las personas que tienen que recorrer largas distancias para llegar a un centro médico. Los proveedores, como Ericsson, piensan que el Estado podría ahorrarse unos 500 euros diarios por paciente y que la atención sería más rápida.

Sin embargo, la última palabra la tienen los médicos, y por ahora no se muestran muy convencidos porque con la medicina a distancia desaparecen los aspectos más importantes de su profesión: la exploración y una relación cara a cara.

“En estos momentos no se puede aplicar. Para hacerlo se necesita material y una mayor formación tanto para el personal sanitario como para los pacientes. Esto conlleva un desembolso económico que quizá se pueda amortizar a largo plazo, pero por ahora no lo sabemos”, explica la doctora Pardo. Aún queda un camino por recorrer pero, para avanzar en un sentido u otro, los operadores y el personal sanitario tendrán que ponerse de acuerdo.

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