El autismo es hereditario entre hermanos
17 junio, 2014 | Por Gema Martín-Serrano Vera | Categoría: HumanosUn estudio publicado en la revista online de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente confirma que el Trastorno del Espectro Autista (TEA) se hereda entre hermanos. La profesora de psicología Sally Ozonoff se encuentra a la cabeza del grupo de investigadores de la Universidad de California, en la localidad estadounidense Davis, y corroboran con su estudio que el desarrollo atípico entre hermanos se gesta durante los primeros 12 meses de edad.
El autismo es uno de los trastornos neurológicos más comunes a día de hoy. Suele detectarse en los niños pequeños, normalmente a los 18 meses de edad, porque muestran con mayor frecuencia los síntomas al no relacionarse con otros pequeños o tener problemas de lenguaje. Sin embargo, pocas veces ha sido detectado este tipo de trastorno entre los hermanos de una misma familia, aun teniendo mayor probabilidad.
Los signos de autismo entre hermanos ha sido investigado en numerosas ocasiones, consiguiendo resultados como que sólo el 7% de los niños con hermanos mayores con TEA lo habían sufrido también. Los investigadores de Davis han llegado a encontrarlo en más del 17% de los casos. Además, el 28% de los niños a los que se les realizaron las pruebas dieron como resultados signos de desarrollo atípico, como la falta de contacto visual o problemas en el habla y comportamiento durante los primeros 12 meses de vida.

Existen más probabilidades de que un niño sea diagnosticado con TEA que una niña, aunque se desconoce si la genética es la razón. Foto CC by Tonymadrid Photography
Carmen Gándara Rossi, Personal Investigador en Formación de la Universidad de Navarra que actualmente desarrolla una tesis sobre el autismo, afirma que “el autismo se considera genético y hereditario, aunque no se sabe qué elementos genéticos concretos están implicados en la aparición del autismo”.
Generalmente, los hermanos pequeños de los niños autistas cuentan con un mayor riesgo de padecer algún trastorno, como el déficit de comunicación social, la falta de contacto visual, la timidez o el retraso de habilidades motoras. Estos han sido los puntos en los que más se centra la investigación de la Universidad de California, la cual realizó pruebas en 410 niños, 294 hermanos menores de los niños con trastorno del espectro autista y 116 hermanos menores de niños con desarrollo normal.
Los participantesen el estudio, menores de 18 meses, se inscribieron en la universidad para realizar una serie de exámenes y aportaban muestras en los meses 6, 12, 18, 24 y 36. Entre las pruebas realizadas se encontraba el Mullen Scales of Early Learning, un instrumento estandarizado que sirve para evaluar el cociente de desarrollo de un niño. No diagnostica el autismo pero observan su desarrollo con actividades a modo de juegos.
Los investigadores repararon en que el 80% de los hermanos menores afectados resultaron ser niños mientras que el 20% eran niñas y les llevó a suponer que el género masculino tiene un alto porcentaje entre los afectados por el TEA. “El que haya más incidencia de autismo en niños que en niñas es otro indicador de que es un trastorno del desarrollo con base genética, sin embargo, no se sabe la razón exacta de porqué es así”, afirma Gándara.
El grupo de investigadores ha querido poner en evidencia que el autismo entre hermanos puede ser hereditario, sobre todo si son hermanos varones. Además, la investigación tiene como fin persuadir a los padres y a los médicos de estos niños para que realicen las pruebas necesarias y, así, detectar los síntomas durante el primer año de vida del pequeño. Las primeras señales suelen ser el fallo en la respuesta al nombre y la falta de respuesta a la atención compartida desarrollada con los padres.
La profesora Ozonoff aconseja a los padres de los bebés recién nacidos que estén atentos a partir de los seis meses de vida del pequeño por si muestra algún problema en su desarrollo o, incluso, en su conducta. Si se diera el caso, los progenitores no deben dudar en acudir a su pediatra para controlar el comportamiento de su hijo.
Por su parte, todo pediatra que tenga que tratar a un niño con autismo deberá informar a los padres de cuáles son las deficiencias con las que cuenta para así poder crear un tratamiento que reduzca su trastorno. El estudio de Ozonoff revela que el niño pequeño no diagnosticado con autismo puede valerse del mismo tratamiento que se utiliza con el mayor, aunque el seguimiento se haría de manera individual. Los enfoques de intervención deben ser elegidos en función del perfil de cada niño, en los puntos fuertes y débiles, y considerando los objetivos y prioridades con los que cuenta cada familia.
Existe además una ley que ampara a las familias de los niños con autismo aunque las ayudas pueden darse o no dependiendo de su lugar y situación. En algunas zonas se han creado algunas instituciones que ayudan a estas causas: “en Navarra, por ejemplo, hace poco más de dos años se creó la Asociación Navarra de Autismo por iniciativa de unos padres y madres. Ahora el Gobierno de Navarra subvenciona una parte pequeña de las actividades de la Asociación”, cuenta Gándara.