El botellón animal
15 enero, 2014 | Por Teresa García Barberá | Categoría: IdeasSegún relata Giorgio Samorini en su libro Animales que se drogan, hace 200 años se conocía que sólo cinco especies animales se drogaban. En los años 70, se aceptó que eran 40 especies, en los años 90, 300 especies. Actualmente, los etólogos han documentado que 380 especies animales consumen drogas de una forma u otra. Lo hacen de manera intencionada, sabiendo los efectos que esas plantas u hongos les producirán en el organismo. Igual que a los hombres, tal elección les trae más problemas que ventajas, pues les deja indefensos ante los depredadores. Aunque, a diferencia de los humanos no presentan síndromes de adicción y de abstinencia.
En varios libros cuentan, la leyenda más aceptada en relación con el origen del café, entre ellos, Juan Miguel Jordá la relata en su Diccionario práctico de gastronomía. Así, un pastor de Etiopía, en concreto de zona de Kaffa, llamado Kaldi viendo cómo sus ovejas después de comer las bayas rojas caídas de un árbol, empezaban a saltar alegremente sobre las rocas, trepar y descender por pendientes imposibles, decidió recolectarlas. Le llevó al Abad de un monasterio las ramas con las bayas y ahí se hirvieron y de la tisana con la bebida también alegró el espíritu de los que la bebieron
Esta leyenda confirma el hecho de que el ser humano comenzó a consumir sustancias que alteraran sus sentidos al imitar el comportamiento de los animales: observaban qué comían éstos y ello era garantía de no morir envenenados. Pero no todo cuanto consumen los animales es alimento.
Francisco J. Rubia escribe un artículo titulado No sólo los seres humanos se drogan en el que recoge varios casos de animales que ingieren sustancias alucinógenas. Los renos de Siberia buscan el hongo alucinógeno Amanita muscaria, también conocido más comúnmente como hongo matamoscas o falsa oronja, para ingerirlo, práctica que también se ha dado en Europa y América. Este hongo crece sobre todo bajo coníferas, hayas y abedules y es buscado asimismo por ardillas y moscas. Los caribúes de Canadá lo consumen asimismo. Es muy probable que los chamanes siberianos copiasen a los renos y de esta manera descubriesen la posibilidad de acceder a una segunda realidad.
Otro hongo muy apreciado y conocido en la cultura azteca es el Psilocybe, también conocido como hongo de Dios o carne de los dioses, suele crecer en los excrementos de mamíferos. Perros y cabras lo ingieren, aunque también se ha encontrado en el estómago de primates no humanos.
Beneficio doble
En un documental de la BBC también muestran varios casos de este tipo de comportamiento animal. El isulus, una clase de milpiés, es muy venenoso, pero en Madagascar hay ciertos animales que los cazan con facilidad para utilizarlos como insecticidas naturales y ahuyentar a los insectos. En concreto, el lemur negro es el que realiza esta actividad, una vez lo coge los estimula con mordiscos para conseguir que segregue ciertas sustancias químicas como defensa, entre ellas cianuro, con las que el primate se frota el cuerpo. Este veneno repele a los insectos y aleja a los mosquitos que contagian la malaria, pero además, al realizar este ritual queda sumido en un estado de éxtasis ya que las secreciones también parecen actuar como narcótico y proporcionan un estado de bienestar. Los beneficios como insecticida superan al peligro que pueda suponer como droga.
En lo que respecta a las medicinas, los felinos domésticos se purgan con hierba y del mismo modo los felinos grandes, como el jaguar, lo hacen con hojas, que una vez regurgitadas limpian el aparato digestivo. La banisteriopsis caapi, una de las plantas trepadoras más comunes de la selva, además de realizar esa función produce un comportamiento juguetón en quien la consume. Los indígenas también la utilizan en sus rituales alucinógenos para aumentar sus sentidos y adquirir el poder del cazador que posee el jaguar. El aborigen piensa que el gran felino también consume esta planta para agudizar su percepción.
En la isla de San Kits, en el mar Caribe, se introdujo hace años al mono verde o tota, procedente del África Occidental, con el inicio de la manufacturación del ron trajeron esclavos a la isla con los que vinieron estos simios. Al probar las cañas de azúcar fermentada con las que se hace esta bebida, adquirieron el gusto por el alcohol. Hoy en día satisfacen ese vicio asaltando los bares de la zona. Durante años se han realizado estudios para esclarecer este tipo de hábitos y se ha descubierto que del mismo modo que varía nuestro gusto por el alcohol así varía el de éste animal. De modo significativo, el porcentaje de abstemios se corresponde con el de seres humanos. Igualmente, la mayoría beben con moderación, el 12% son bebedores habituales y el 5% llegan al estado de embriaguez y esto viene determinado en gran medida por los genes. No obstante, aquellos que más beben son mejores líderes y son más respetados por los demás.
La BBC también hace referencia a los animales domésticos que se entregan a este tipo de actividades. Los gatos se sienten atraídos por una planta, aparentemente insignificante, la neveda. Se comen su flor, sus hojas y se frotan contra la planta, son adictos a ella, una y otra vez vuelve a ella a por una dosis de su embriagadora esencia. Contiene unos aceites aromáticos que provocan que los felinos se comporten de manera juguetona conforme se sumen con mayor intensidad en éste estado su conducta se vuelve cada vez más extraña. Además de rodar sobre sí mismos, aparentemente en éxtasis, cazan ratones imaginarios. Esto se debe a las sustancias químicas que segrega la planta que son similares a las de la orina de los machos, pero tanto hembras como machos consumen esta planta por igual.