SIDA, siempre nos quedará Berlín

16 febrero, 2013 | Por | Categoría: Humanos
El paciente Timothy Brown ha presumido de su curación del SIDA gracias a un trasplante de médula para tratar la leucemia que también padecía.

Una recreación artística del virus de inmunodeficiencia humana. Foto CC BY CSIC.

Después de 30 años desde el descubrimiento del Sida, el mundo de la ciencia ha dado por fin la primera persona en el mundo afectada por esta enfermedad que se ha curado totalmente. Timothy Brown ha presumido de su curación gracias a un trasplante de médula que le realizaron para tratar la leucemia que también padecía. Por ello, le han podido retirar la antirretroviral sin que el virus vuelva.

El ya conocido como “paciente de Berlín” logró sanarse porque el donante es inmune al VIH. Esto es, cuando su sangre repobló las arterias de Tim, la enfermedad no tuvo por donde extenderse. Pero no tratamos un caso aislado, sino que durante la XIX Conferencia Internacional sobre el Sida en julio de este año, aparecieron dos pacientes más que alardeaban de haberse curado con la misma técnica. Antes del trasplante, ambos pacientes recibieron una leve quimioterapia, lo que les permitió continuar con la terapia antirretroviral durante todo el proceso. Los médicos detectaron el VIH inmediatamente después de la operación, pero con el tiempo, las células trasplantadas sustituyeron a las propias de los pacientes. Uno de ellos fue sometido a un seguimiento médico durante casi dos años y el otro durante tres años y medio hasta que finalmente se ha podido comprobar que no hay rastro del virus en la sangre.

Parecería que es la solución indicada para los enfermos y, como consecuencia, la erradicación definitiva de esta enfermedad, que lleva de cabeza a los investigadores desde que se descubrió. Pero pese a la euforia inicial, muchos han sido los especialistas que han tachado estos tres casos de excepcionales, ya que esta técnica tiene un alto riesgo de mortalidad para los seropositivos y los donantes de médula son realmente escasos. Y si queremos ser más quisquillos, José Alcamí del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, lo consigue afirmando que la posibilidad es de “una entre 30 millones”. Y si además se debe buscar un donante con una mutación del gen que sólo tiene el 0,5% de la población mundial, eso nos sitúa a una posibilidad “entre 2.000 millones”. Por eso, el jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona, Josep María Gatell, no ha podido ser más categórico: “Este tipo de trasplante no es viable para curar el VIH”. Y añade: “El trasplante de médula tiene entre un 20% y un 30% de mortalidad en pacientes sin estar infectados de Sida y nadie se expone a realizar esta intervención para una enfermedad que a día de hoy y detectándola a tiempo no mata a nadie”.

También hay que tener en cuenta que no se trata de un proceso fácil, ya que encontrar un donante compatible para intervenir la leucemia en un paciente infectado con el VIH es ya de por sí muy difícil. Sin ir más lejos, el “paciente de Berlín” tuvo entre ocho y nueve candidatos para el trasplante de los que no se consiguió un donante compatible. Para estar realmente seguros de librarnos del VIH para siempre habría que encontrar un donante que tuviera una rarísima mutación en el gen CCR5 que impide la proliferación del virus. Con todo, es algo realmente muy complicado, que no imposible. Aún así, el doctor Gatell no deja obviar el hecho que el caso de Brown fue toda una excepción mientras que José Alcamí insiste que este no es aplicable de manera generalizada.Además, Josep María Gatell insiste en frenar ligeramente la repentina emoción que han provocado  los tres portadores del VIH curados señalizando una diferencia sustancial: en ninguno de los dos últimos casos los pacientes han dejado la medicación contra el sida, de modo que, “aunque parezca que de repente la enfermedad ha desaparecido, cuando deja de tomar los fármacos, a las pocas semanas, el VIH vuelve a reaparecer”. Esto quiere decir que los fármacos antirretrovirales actúan de ocultador, ya que consiguen que el virus sea indetectable en la sangre durante años. Así que aunque estos fármacos han conseguido que el Sida haya dejado de ser una infección mortal en un elevado porcentaje de pacientes, no serán suficientes para borrarla por completo de la cronología de epidemias. Pero no solo eso, sino que además tampoco supone una solución a corto plazo porque interrumpir el tratamiento acelera la proliferación del virus. Y para muestra, un botón: por cada persona que inicia tratamiento antirretroviral en la actualidad, hay dos que contraen el VIH.

Sin embargo y pese a que el doctor Gatell y los médicos responsables del estudio piden prudencia y se muestran muy cautelosos ante este nuevo avance, eso no impide que se haya producido un oleaje de  optimismo que empuja a seguir investigando para encontrar tratamientos menos peligrosos para los pacientes y más definitivos. Es por eso que el portavoz del grupo de trabajo de tratamientos del VIH de la plataforma Cesida Miguel Vazquez guarda esperanza: “Lo importante es que la ciencia nos está diciendo que sí es posible curar el VIH”. Por eso, ahora la Sociedad Internacional del Sida considera prioritario descubrir cómo y dónde se esconde el virus en el organismo cuando los fármacos lo eliminan de la sangre y a partir de ahí poder hacer salir el virus de su escondrijo para erradicarlo por completo del organismo.

Haciendo historia

Si observamos este tema con retrospectiva, encontramos un caso similar al del “paciente de Berlín” en 1989 cuando se eliminó el virus del sida del cuerpo de un paciente que padecía un linfoma. La técnica también incluía el trasplante de médula ósea, con la diferencia de que lo mezclaron con la AZT, una droga usada comúnmente para combatir el sida. Pero a pesar del sensacional descubrimiento –que estos días estamos reviviendo-, el paciente no sobrevivió, por lo que los investigadores advirtieron que faltaba un largo proceso por delante. Y aunque han pasado tres décadas y seguimos exactamente en el mismo punto, ésta no ha sido la primera intentona para aplastar el VIH. Muchos fueron los que lo probaron, y aunque en un principio parecían alcanzar el éxito, con el tiempo las esperanzas se precipitaron y la mayoría acabaron fracasando. La incapacidad para diseñar una vacuna eficaz que sea capaz de frenar la propagación de la infección es el principal muro contra el que médicos e investigadores de todo el mundo han terminado chocando. Aún así, la necesidad de la misma es patente en muchos de ellos, y es por eso que algunos han empezado a estudiar una vacuna terapéutica que sea capaz de estimular mucho más la inmunidad celular para poder permitir la destrucción de las células infectadas. Esta nueva vacuna despertaría y activaría el virus para hacerlo visible en la célula para que otros componentes puedan identificarla como una célula infectada y puedan destruirla. De este modo, se resolvería el hecho que las células de las personas en tratamiento sean indetectables, lo que dificulta la identificación de un virus latente dentro de ellas.

Si esto se llegara a producir, estaríamos hablando de una gran solución de erradicación complementaria junto a otras técnicas como el tratamiento antirretroviral y demás fármacos que ayuden a estimular las células. Sin embargo, a la práctica esto solo es por el momento una idea más en el historial de técnicas para combatir el VIH ya que, como todas ellas, se necesita tiempo y dinero para desarrollarla debidamente.

Siempre es mejor situarse en el aquí y ahora, por eso debemos preguntarnos exactamente cuáles son los tratamientos con los que se está investigando en la actualidad. El TAR o tratamiento antirretroviral es el único que consigue suprimir la replicación del VIH y, por tanto, el que se aplica en todo paciente afectado por la enfermedad. Sin embargo, Manuel Crespo, del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron, no alberga duda alguna acerca de cuál es el mayor obstáculo en la cura del VIH, que no es más que “la existencia de los reservorios vitales, donde el virus permanece en un estado de latencia que le permite escapar de la vigilancia del sistema inmunológico y eludir el efecto del TAR”. ¿Cómo contraatacar en este punto?

Algunos de los tratamientos que se están probando, como la terapia génica, consisten precisamente en la modificación de las células del sistema inmunitario del propio paciente para hacerlas resistentes a la infección por VIH. Y de esto es de lo que nos habla el director del Centro de Investigación del Sida IrsiCaixa Bonaventura Clotet: “Un estudio patentado por una empresa americana trata de coger las células de una persona infectada por el VIH para posteriormente introducir unas enzimas que actúan a modo de tijera”. Éstas cortan en el cromosoma la zona que se encarga de la puerta de entrada del virus entrada a la membrana de la célula para que después estas mismas células tratadas se reinyecten en la persona “sin provocar ningún tipo de rechazo porque ya eran suyas”.

El gran problema que observa Clotet es que pese a que estas células extraídas y manipuladas no pueden estar en ningún caso infectadas, sólo representan el 20 o el 30% del total y el resto siguen con el virus. Es por eso que aunque de momento esta estrategia ha presentado resultados favorables, se deberá esperar a finales de año para ver si se podrán manipular todas las células del individuo de tal manera que se consigan los resultados del ‘paciente de Berlín’ pero sin la necesidad de trasplante. De hecho, no se cree que exista una solución unilateral, sino que lo más recomendable es una combinación de estas estrategias junto con el uso de la terapia retroviral para encontrar la respuesta a aquello que afecta a miles de personas alrededor del mundo.

Sin embargo, ciertos científicos como Crespo procuran ser optimistas y opinan que tal vez dentro de unos 10 años “el avance en el conocimiento de los mecanismos celulares y moleculares mediante los cuales se establece y perpetúa la latencia viral a nivel de los reservorios nos permita encontrar un tratamiento erradicador del VIH”. Para esta afirmación, el científico se basa en los resultados más recientes en modelos de cultivo celulares en condiciones de laboratorio y todas las investigaciones que se están llevando a cabo. No obstante, sigue siendo prudente al afirmar que, casi con total seguridad, el tratamiento erradicador sea “complejo, prolongado y muy caro”, puesto que consistiría en la combinación de “tres o más fármacos antiretrovirales con fármacos capaces de atacar el virus latente y fármacos o vacunas capaces de estimular el sistema inmunológico del paciente para que elimine hasta la última célula infectada del organismo”.

Más avances

La verdad es que la principal complicación que presenta el virus del Sida es su mutabilidad y su gran variabilidad y  como consecuencia también la dificultad de diseñar vacunas que cubran esta gran inestabilidad. En definitiva, todo esto hace que todavía se tenga que avanzar mucho. Pese a ello, lo que sí se puede asegurar es que el tiempo que se tardará en eliminar el VIH del conjunto de epidemias mundiales es incierto, ya que en un número determinado de años podríamos estar muy cerca de obtener la vacuna pero también muy lejos por la dificultad que conlleva. Y aunque esto pueda parecer ciertamente prometedor, Bonaventura Clotet le ve un gran defecto: “La única manera de recortar el tiempo para saber si estamos en el buen camino es teniendo el dinero que se necesita. Con mucho dinero, todo se acorta mucho”. Así, según él, en lugar de 15 años podríamos estar hablando de 10 o siete.

Ahora solo cabe seguir investigando en la incertidumbre sobre cómo obtener más pacientes inmunes al VIH mediante intermediación genética y porqué tan solo un 1% de la población consigue no desarrollar nunca la enfermedad aún poseyendo el virus. Y aunque solo estemos en el comienzo, la mayoría de los científicos creen en un fin que se antojará largo pero que puede estar relativamente cerca.

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