El ruido merma la capacidad de disparo de los policías

13 marzo, 2013 | Por | Categoría: Humanos
Los habitantes de las grandes ciudades están tan habituados al ruido que hasta llega a molestarles el silencio. A diario miles de trabajadores realizan su labor sometidos a niveles de ruido muy elevados que suelen combatirse con protección acústica. Un trabajador con unas funciones muy específicas, el policía, desarrolla una labor de por sí estresante, sometido a unos niveles de ruido que pueden llegar a interferir sus niveles de concentración, reacción, ansiedad y precisión si llegara a ser necesario utilizar su arma de fuego reglamentaria.

A más ruido, más fallos en el disparo. Foto CC BY MarEstrama.

Desde la Antigua Roma, el ruido ha sido considerado un elemento perturbador de la convivencia, dictándose incluso normas que regulaban el uso de carros con ruedas de hierro. Incluso en la Europa Medieval se prohibió el uso de los carruajes en algunas ciudades durante la noche, pues su uso indiscriminado perturbaba el descanso de sus moradores.

Existe documentación sobre las molestias de los ruidos en las ciudades desde la antigüedad, pero es a partir del siglo pasado, como consecuencia de la Revolución Industrial, del desarrollo de nuevos medios de transporte y del crecimiento de las ciudades, cuando comienza a aparecer realmente el problema de la contaminación acústica urbana. Las causas fundamentales son, entre otras, el aumento espectacular en los últimos años del parque automovilístico y el hecho de que las ciudades no han sido concebidas para soportar los medios de transporte, con calles angostas y firmes poco adecuados.

Diversos autores atribuyen a la ciudad un carácter patológico por su carga de tensión perceptual, la desaparición del medio ambiente, sus condiciones estresantes y por encima de todo, por su fuerte carácter antisocial. Las ciudades exigen una adaptación constante debido a factores como el ruido, el hacinamiento, los malos diseños arquitectónicos y los malos hábitos de vida. La contaminación acústica, tan propia de la ciudad, determina un ambiente claramente hostil para la vida cotidiana que va a condicionar una manera restrictiva e inadecuada de relacionarse con el medio.

Ya en 2001, Sozio explica que además de estas fuentes de ruido relacionadas con el tráfico, en nuestras ciudades, aparece una gran variedad de fuentes sonoras, como las actividades industriales, las obras públicas, la construcción, los servicios de limpieza y recogida de basuras, las sirenas y alarmas, así como las actividades lúdicas y recreativas, entre otras, que en su conjunto originan la contaminación acústica urbana.

El ruido afecta en primer lugar a nuestro bienestar general, provocando que en la actualidad, el estrés por ruido sea una de las enfermedades más corrientes y una de las más olvidadas.

Los resultados de diversos estudios muestran que existen evidencias de que el ruido aumenta la fatiga de las personas, disminuye su capacidad de vigilancia y respuesta, así como su habilidad de discriminación con los estados de excitación, depresión y estrés. Existen datos concluyentes que demuestran la relación del ruido con la aparición de las respuestas de ansiedad por exposición al mismo. Los efectos producidos por el ruido pueden ser fisiológicos, como la pérdida de audición, y psicológicos, como la irritabilidad exagerada.

La Organización Mundial de la Salud en 1999, estableció los efectos cuantificables del ruido sobre el sueño a partir de 30 dB (decibelios), interferencias en la comunicación oral por encima de los 35 dB; perturbaciones en el individuo a partir de los 50 dB; efectos cardiovasculares por exposición a largo plazo al ruido de 65-70 dB y una reducción de la actitud cooperativa y un aumento en el comportamiento agresivo en individuos predispuestos a la agresividad por encima de 80 dB. También se ha probado la relación entre exposición a ruido y alteraciones hormonales que conllevan a un desequilibrio en el sistema endocrino e inmune.

El ruido exige un permanente esfuerzo de atención y más cuando habitamos un entorno plagado de elementos perturbadores como alarmas, choques, frenazos, balizas, etc. Esos elementos de sonido, perturban nuestras capacidades haciendo que las neuronas encargadas de evaluar el mismo salten sin parar de un estímulo a otro provocando estados mentales de sobrexcitación y de fatiga cognitiva.

La fatiga puede ser descrita a partir de las dimensiones físicas y mentales tales como la fatiga física, falta de energía, disminución de la motivación, somnolencia, etc. La fatiga es un síntoma importante para la salud por sus efectos negativos potencialmente grave. La fatiga es un componente de muchas enfermedades somáticas y psiquiátricas como el estrés psicológico y el síndrome de burnout.

Ruido urbano

Aunque la mayoría de la población vive en ciudades, los ambientes de hormigón y automóviles con que nos enfrentamos tendrían incidencia en nuestra salud mental y física, hasta el punto de modificar nuestra forma de pensar. Cuando paseamos por la ciudad, nuestro cerebro, siempre atento a las amenazas potenciales, debe procesar los múltiples estímulos vinculados con el tránsito y la vida urbana. El procesamiento de estas tareas mentales, aparentemente anodinas, tiende a agotarnos porque explota uno de los principales puntos débiles del cerebro: su capacidad de concentración.

Estudios realizados en la Universidad de Michigan ponen de relieve que el simple hecho de vivir en un ambiente urbano tiene efectos sobre nuestros procesos mentales. Tras pasar algunos minutos en una calle transitada, el cerebro es menos capaz de organizar las informaciones recibidas en la memoria reduciéndo también la capacidad de concentración.

La vida urbana también puede conducir a la pérdida del control de las emociones. Los expertos demostraron que la violencia doméstica era menos frecuente en los pisos con vista a la naturaleza que en aquellos que dan a paisajes de hormigón. Los embotellamientos y los ruidos imprevisibles también inciden en el aumento de los niveles de agresividad.

El ruido como hemos visto, no abarcaría tan solo el marco de las molestias producidas por el mismo, sino que se convierte en un auténtico depredador de la salud física y mental de los ciudadanos expuestos, siendo especialmente preocupante cuando estos efectos inciden sobre los profesionales que en un momento de máximo estrés, deben hacer uso de su arma de fuego para proteger su vida o la de terceros.

La profesión de policía está directamente relacionada con el estrés y la ansiedad, debido al roce continuo que el desarrollo de su función implica en relación con la sociedad. El policía desarrolla su labor en un entorno conflictivo, en el límite de la marginalidad y criminalidad. Además su herramienta habitual de trabajo -la defensa y la pistola- tiene un riesgo genérico que se añade como factor de estrés.

En nuestro reciente estudio se midió el efecto del ruido a distintos niveles de intensidad en una labor asociada a los cuerpos policiales como es la de Tiro con Arma de Fuego.

El estudio, realizado con 105 alumnos de la Academia de Policía de la Comunidad de Madrid, valoró en distintas pruebas de tiro sus niveles de precisión, rapidez, ansiedad y rendimiento, mientras eran sometidos a un ruido pregrabado de ruido de tráfico urbano a tres niveles de intensidad (0 dB, 85 dB y 105 dB).

Los resultados mostraron que el ruido como estresor, tiene un efecto directo y negativo sobre las actividades relacionadas con la reacción, ejecución y precisión en el tiro con arma de fuego. En otras palabras, a medida que se incrementó el ruido, los tiradores, se volvieron más lentos en sus reacciones y ejecuciones, además de más imprecisos, siendo significativo que la precisión a 105 dB bajó hasta un 23,5 %, constituyendo el mismo un peligro claro para su integridad y para la de terceros.

En cuanto a la ansiedad, se observó una tendencia a influir igualmente sobre el rendimiento, factor fundamental en caso de intervención armada.

Nuestras conclusiones quieren llamar la atención sobre los efectos negativos del ruido en muchos factores, pero especialmente en los concernientes en una actividad que requiere de rapidez mental y agilidad física, factores que se ven seriamente comprometidos en múltiples ocasiones por un enemigo que no cesa y que conocemos como ruido.

 

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