Los comedores escolares suspenden en nutrición
21 abril, 2012 | Por Laura Trigo Fernández | Categoría: HumanosLa mitad de los colegios ofrece un servicio de comedor que no alcanza los mínimos. Tras es examen, tendrían retirarse al rincón y copiar 1.000 veces: “pondré más frutas y verduras en el menú”. La que debería ser una maría, los precocinados, saca un triste sobresaliente. Mientras tanto, la verdadera escuela en el comer, la familia, ni motiva ni resiste.
¿Dónde comes mejor, en casa o en el colegio? “¡En el McDonalds!”, responde el pequeño Pablo a la salida del colegio. Después de un aburrido lunes entre clases de matemáticas y plástica, sale corriendo en busca de la merienda que le trae su abuelo: una gran palmera de chocolate. Se despide de sus amigos, quienes se quedan allí el resto de la tarde para jugar al fútbol. Está feliz. Ha llegado la hora de irse a casa y encender la tele para ver Pokémon, Gormiti y Bob Esponja, una tarde que él considera redonda. Pero antes quiere pasar por el quiosco. Ahora que ya no venden chucherías en el colegio sale todos los días con ganas de ellas.
Sin duda esos planes son compartidos por muchísimos más niños que Pablo, pero él, en concreto, pertenece a un grupo más especial; es uno del 13,9% de niños que sufren obesidad infantil en España. Este porcentaje se ha triplicado en los últimos 20 años, engordando las cifras (y a los niños) de una patología que ya representa el 7% del gasto sanitario español, unos 2.500 millones de euros.
Cada día del curso, salvo festivos y fines de semana, Pablo come con sus amigos en el comedor del colegio, lo que hace una media de 165 días en los que, según el estudio Eroski Consumer sobre la calidad de los comedores infantiles en España, estos chicos ingieren alimentos con una sobresaturación calórica que poco beneficia a su crecimiento.
La mitad aprueban
Tanto es así, que sólo el 51% de los colegios madrileños ha logrado aprobar con una calificación cercana al aprobado raspado. El colegio de Pablo es uno de ese 30% en Madrid que no ofrece verdura, ni tan siquiera una vez a la semana. Mientras, en él se abusa de los precocinados como sucede en la gran mayoría de los colegios, por aquello de ser platos fáciles, rápidos y sobre todo mucho más baratos que el resto.
El bajo coste es el mayor reclamo en tiempos de crisis, pero actualmente hay una crisis de mayor gravedad en la alimentación de miles de niños madrileños. Las más que pobres y deficientes guarniciones que suelen servir a nuestros jóvenes no ayudan a que éstos amplíen sus horizontes más allá de las bolsas de patatas fritas. Las muy necesarias legumbres se han quedado olvidadas, al igual que el pescado, salvo el que viene preparado en barritas o rebozados. Las cocinas han colgado en el perchero el delantal de lo elaborado. La economía prevalece ante la salud infantil.
El abuelo de Pablo está convencido: “Los comedores escolares ya no son lo que eran. Antes los niños se las ingeniaban para dejar la comida y poder salir a jugar al patio. Ahora comen rápido, pero sólo de lo que les gusta y no para salir pronto, sino para poder repetir, sobre todo si ese día el postre viene con mucho azúcar”.
Esto cobra mayor importancia cuando un estudio publicado por la Oficina Internacional del Trabajo refleja la conexión entre la mala alimentación y la baja productividad provocadas por tomar las comidas como una actividad secundaria. En el caso de los niños se está comprometiendo la fuerza laboral del futuro, razón por la cual el gobierno quiere poner un nutricionista en cada una de las escuelas para supervisar los menús. Sin embargo, la iniciativa de poco servirá si no se completa con la ayuda parental en las casas.
LAS DOS CARAS DE LA CONSOLA
La OMS recomienda 30 minutos de deporte diarios y otros 20 más para niños y adolescentes para ayudar a su estado de desarrollo. Pero el sedentarismo infantil aumenta por las muchas horas que pasan sentados ante la televisión y el ordenador. Sin embargo los nuevos proyectos de las empresas de videojuegos han decidido fomentar la vida sana y aprovechar las características de las consolas Wii, Xbox, EyeToy, etc. para motivar a los más jóvenes a quemar calorías. Incluso se han innovado programas como ETIOBE, un programa apto para smartphones, PDA y ordenador, capaz de registrar la ingesta y gasto de calorías diarias de una persona atendiendo a su ritmo cardíaco, el cual es medido a través de una camiseta biomédica.
Es muy difícil poner una dieta a un niño obeso y que la cumpla. No importa lo que lleven de almuerzo, suelen ingeniárselas para conseguir un Bollycao de la cafetería o un Phoskitos de las máquinas del pasillo. Y eso que, con la nueva Ley Alimentaria, deberían haber desaparecido más de la mitad de los productos que están en venta. Sin embargo, esto no rentaría a la casa. En el colegio Joaquín Turina probaron una vez a incluir fruta por exigencias del APA y no obtuvieron demanda alguna.
¿Criminalizar productos o conductas?
El encargado de esta cafetería lo tiene claro: “Los del APA son unos incoherentes. Pretenden que los niños coman aquí lo que en casa no les han enseñado antes. Criminalizan a los productos cuando lo que falla es la manera de comer”. Así lo piensa también la endocrinóloga Susana Monereo: “El problema lo tienen los niños que carecen de criterios nutricionales para saber qué alimentos deben comer y cuáles no”. En el caso de que el gobierno limitase estos productos bajo sanción, entonces la venta de golosinas en las escuelas sí pasaría a reducirse: los niños no las comerían allí, pero estarán deseando salir para comerlas.
Los niños no sólo comen más, sino que además se mueven menos. Los índices de obesidad infantil se hinchan, mientras que las horas dedicadas a la actividad física en los colegios menguan. Cuando llega la hora de gimnasia, Pablo se mueve muy poco esperando a que la clase acabe y preguntándose si ganar en la play station podría considerarse un deporte, ya que tantas horas de práctica en su casa han hecho de él un cabeza de liga en todos los videojuegos. Cuando el profesor le regaña, él remolonea con la necesidad de ir a la ducha para no llegar tarde a la siguiente clase, y eso los días que no viene con la excusa de sufrir muchas agujetas.
RECOMENDACIONES
- Menos de dos horas al día: Ver la televisión, jugar a los videojuegos y usar el ordenador.
- 2-3 veces por semana: Jugar en el parque, hacer flexiones, practicar artes marciales, bailar…
- 3-5 veces por semana y mínimo 20 minutos: Patinaje, ciclismo, natación, atletismo, voleibol, tenis, baloncesto, fútbol…
- Cada día y de forma frecuente: Jugar al aire libre, cambiar el ascensor por las escaleras, caminar hasta el colegio, ayudar en casa…
Si a ello se le añade su mediana fobia al fútbol y su total desinterés por los otros deportes del horario extraescolar, completa la definición de un niño de vida sedentaria, lo cual es muy común en la infancia moderna. Los padres, al trabajar muchas horas al día, incluidos los fines de semana, imposibilitan a los niños a divertirse haciendo deporte al aire libre. De esta forma, como indica Gerardo Villa, médico del deporte y profesor en INEF, con el encerramiento de los niños en casa, sumado a una escasa actividad física escolar, surgen el sobrepeso, la obesidad y el riesgo de enfermedades cardiovasculares durante la infancia.
Alergias insospechadas
Cuando Pablo saluda a su hermana Lucía, sentada muy animada en su sillita y sujeta por su abuelo, la pequeña roba parte de su merienda mientras le mira traviesa. Entre risas, su hermano desvela que, aunque Lucía no ha cumplido el año y medio todavía, ya es tan adicta al chocolate como él. Desde luego las manchas que le rodean la boca y se extienden hasta la ropa no dejan lugar a dudas. Lo que seguro desconoce es que dicha adicción a una edad muy temprana, puede ser la causa de la aparición de numerosas alergias el día de mañana.
La ingesta de ciertos alimentos a una edad muy temprana puede favorecer la aparición de alergias. Muchas alergias nacen a consecuencia de la ingestión temprana de ciertos alimentos sin que se haya cruzado un límite de edad adecuado. Por ejemplo, es preferible evitar la sal y la leche entera antes de cumplir el primer año de edad. El chocolate, las fresas o el marisco deben apartarse de los niños menores de dos años, e incluso en casos más especiales controlar la ingesta de frutos secos enteros de los menores de tres.
Sin embargo, algunas guarderías desconocen e incumplen estas indicaciones. Así lo señala la consultoría de nutrición Cesnut Nutrició en sus informes de este mismo año. Si a ello se le une que, en los últimos 10 años, se ha duplicado el número de alergias alimentarias infantiles, resulta razonable que, cada vez más, los padres decidan confiar el cuidado de los niños a los abuelos, en lugar de enviarlos a la guardería.
Casi un 8% de la población infantil actual sufre alergia a uno o más alimentos, sobre todo a la leche, el huevo y el pescado. Si en el futuro Lucía sufriese alguna alergia de este tipo tendría que solicitar un menú adaptado a sus necesidades en el colegio. A día de hoy, estos menús pueden ser rechazados, como hacen el 35% de las escuelas madrileñas. El centro o empresa del servicio alega problemas organizativos o de otra naturaleza para no complicarse, lo cual, como denuncia la asociación madrileña de alergias alimentarias Histasan, exige a estos niños traer comida preparada o tener que comer en casa.
Lo más grave de este problema es la falta de conocimiento del personal de las escuelas ante el tratamiento de una emergencia por alergia. Según la magnitud de las reacciones, si no actúan eficazmente, la alergia puede causar la muerte al pequeño. Por ello se debe poner un especial cuidado en la preparación y manipulación de las comidas destinadas a estos niños, lo que no todos los colegios están dispuestos a hacer.
Por la noche, Pablo terminará el día con su vecino y amigo Abdul, que viene a cenar a su casa. Abdul es un niño musulmán que ha tenido que cambiar de colegio por requerir un menú especial que no contenga carne de cerdo, conforme dicta su religión. Esa intolerancia es voluntaria, no como la que padecen muchos otros niños quienes, por su salud, suelen verse obligados a cambiar de colegio y amigos ante la negativa de su comedor a ofrecerles un menú adaptado a sus necesidades.
El 90% de las migrañas que padece la población son causadas por intolerancias que desconocen. Las intolerancias y la mala alimentación son la causa del 90% de las migrañas que padecen niños y adultos, como explica la Sociedad Andaluza para el Estudio de las Enfermedades por Alimentos (SAEIA). Por ello es necesario detectarlas a tiempo y seguir una dieta específica que libre de problemas mayores.
Las intolerancias más generalizadas entre la población infantil española son lideradas, según Histasan, por la leche, el huevo y el trigo. El programa Perseo, elaborado por el Ministerio como orientación a las cocinas escolares, insiste en que el personal guarde en el colegio la medicación oportuna para todos los casos que puedan sugir.
Sin embargo, el eje vertebrador de la alimentación reside en casa. El gobierno puede proponer infinidad de medidas pero ninguna cruzará por la puerta si no es con la voluntad de las familias. El abuelo de Pablo conoce muy bien la teoría: cambiar los bollos por bocadillos, los refrescos por agua, los videojuegos por deporte… Pero llevarlo a la práctica es más difícil. Si los padres de hoy, al igual que sus hijos, abogan por la comida rápida y el descanso para reposarla ¿quién se va a encargar de educarlos a ambos? Los colegios, desde luego, no.
SEPTIEMBRE ES PELIGROSO
El principal criterio de selección de los menús continúa siendo el precio de la comida. Su coste real se mantiene sobre los 2,50 euros, pero las empresas de catering están subiendo el precio final. La búsqueda de lo más barato lleva a los responsables de los colegios a bajar la calidad y también, sin que lo sepan, a la seguridad. Precisamente, las principales enfermedades que surgen en los comedores suelen derivarse de unas malas prácticas higiénicas del catering responsable de la elaboración de sus comidas. La mayor parte de estos brotes de intoxicaciones alimentarias en comedores escolares surgen a principio de curso por la sobrecarga de trabajo para los responsables, siendo el más común la salmonella con el 51% de casos.