El tratamiento del sida regala tiempo de vida pero no cura
23 marzo, 2012 | Por Néstor Vilamor González | Categoría: HumanosMás de treinta años después de la aparición de los primeros casos de VIH, con más de treinta millones de fallecidos, sigue sin estar cerca la vacuna efectiva contra este virus.
¿Por qué no existe aún una cura o una vacuna contra el VIH? «Por motivos virológicos e inmunológicos» observa María Ángeles Muñoz, jefa de sección del Laboratorio de Inmunología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y directora del BioBanco VIH, situado en este mismo centro. «Porque el virus tiene una alta capacidad de mutación». El ciclo de vida del VIH es de una media de dos días y medio, es decir, que cada mes hay alrededor de doce generaciones de virus, cada una de las cuales tiene nuevas variaciones. «De momento», apunta la doctora Muñoz, «al estar el virus integrado dentro del genoma humano, es difícil encontrar una vacuna en el sentido que habitualmente nosotros hemos conocido».
Hoy, sin embargo, la situación es muy distinta para un paciente de sida. Catalogada ya como enfermedad crónica, el sida ya no es una sentencia de muerte para quien lo padece. Al menos, no una inmediata, ya que la esperanza de vida de una persona con VIH es de 24 años a partir del momento del diagnóstico, aunque la cifra varía mucho dependiendo del país.
El motivo de esta mejoría es el avance en su tratamiento, que ha supuesto un cambio notable en la calidad de vida de los más de cuarenta millones de infectados.
1987 es el primer momento de máxima importancia en el tratamiento del VIH. Tras casi una década de incertidumbre y de un pánico cada vez más generalizado en Estados Unidos, aparecen los antirretrovirales, que suponen el mayor descubrimiento hasta la fecha en la lucha contra el VIH. Los antirretrovirales son un grupo de medicamentos que actúan para combatir el virus de distintas formas. Existen, entre otras, familias de antirretrovirales que atacan el virus en el momento de entrada al organismo, que transfieran material al ADN humano, los hay que limitan su reproducción.
Tuvo que pasar una década hasta llegar a otro momento crucial, 1997, cuando los antirretrovirales dejan de utilizarse de forma aislada y pasan a utilizarse en conjunto. Tal como señala Muñoz, «ahora mismo la terapia que más se utiliza es la terapia combinada con al menos tres fármacos de dos familias diferentes. Es lo que denominamos terapia antirretroviral de alta eficacia o TARGA. Esta terapia tiene la ventaja de que controla la carga viral (cantidad de la infección) del paciente con carga viral indetectable y hace que el sistema inmunológico permanezca como un sistema inmunológico competente». Estas terapias, sin embargo, tienen un problema: «generan efectos secundarios a nivel renal, cardiológico, de hígado», advierte la experta. Por ese motivo se están siguiendo muchas otras líneas de investigación fuera del campo de los antirretrovirales.
Se sigue investigando la vacuna, se sigue investigando en inmunógenos y en terapia génica, que consiste en la modificación de los genes humanos. También se está intentando desarrollar una terapia que trate el virus pero deje la célula intacta, es decir, una terapia anti-latencia, y se está trabajando también en otras vías de prevención de la infección, explica Muñoz, que actualmente colabora en uno de estos campos, investigando la vacuna contra el VIH con un equipo español que ha desarrollado un prototipo que hace unos meses superó la primera fase. «Lo primero es ver que no produce ningún tipo de alteraciones en pacientes sanos. En esto consiste la fase uno. Ahora que la ha pasado, se sigue trabajando en ella». Muñoz se muestra moderadamente optimista con este hallazgo que tanto llamó la atención hace unos meses: «Tiene buena pinta, entre comillas. Parece que puede llegar a funcionar, pero al 100% y evitando que siga la infección, creo que no».
La búsqueda de la vacuna contra el VIH lleva dando resultados negativos desde hace más de 25 años. Claro que la vacuna de la fiebre tifoidea tardó más de cien años en encontrarse.